25 de abril de 2013

Reseña: Princesa Mecánica

 
“Peligro y traición, secretos y magia en el final de infarto de la trilogía Los Orígenes. 
Tessa Gray debería ser feliz - ¿no lo son todas las novias? Mientras se va preparando para su boda, una red de sombras empieza a ceñirse sobre los Cazadores de Sombras del Instituto de Londres. Un nuevo demonio aparece, uno ligado por sangre y a los secretos de Mortmain, el hombre que planea usar a su ejército de autómatas despiadados, los Artificios Infernales, para destruir a los Cazadores de Sombras. Mortmain necesita solo un último objeto para completar su plan. Necesita a Tessa. Y Jem y Will, los chicos que reclaman el corazón de Tessa por igual, harán cualquier cosa para salvarla.”
Princesa Mecánica es el tercer y último tomo de la trilogía de Los Orígenes de Cassandra Clare, una de mis trilogías favoritas, por no decir que es la número 1. El libro comienza un par de semanas después del final de Príncipe Mecánico, que termina con un inmenso cliffhanger, y no puedo dar muchos detalles de la trama sin dar spoilers, pero en resumen, Mortmain necesita a Tessa, ella es la pieza final en su puzzle de la venganza contra Los Cazadores de Sombras, y mientras está este conflicto externo, tenemos este triángulo amoroso de Will, Tessa y Jem; Tessa y Jem están comprometidos, pero aún hay asuntos pendientes entre Will y Tessa, además de que nos dan a conocer un poco más a los personajes secundarios.

Empezar este libro, y terminarlo,  fue algo agridulce: saber lo que pasaba y ponerle punto final a la historia de estos personajes que adoro, ver el fin a lo que a mi parecer, es el mejor trabajo de Cassandra Clare hasta la fecha.


En línea general, este es un libro tan fantástico como el resto de la trilogía, el ritmo es súper rápido, y a pesar de que tiene más de 500 páginas se lee en nada, las páginas se pasan solas y es muy difícil despegarse de él.

Una de las razones por las que amo esta trilogía es por su ambientación, adoro el Londres victoriano, hay algo en esa época que me llama muchísimo la atención, y no sé por qué, pero creo que Cassie lo explota al máximo y te roba el aliento con este ambiente.

El desarrollo de los personajes en esta novela fue excepcional. Hubo un enfoque más amplio, no centrándose sólo en los tres protagonistas sino que cada personaje tuvo su momento de "protagonismo momentáneo", y me gustó mucho llegar a conocer un poco más a fondo a cada uno de ellos, ya que una de mis cosas favoritas en un libro son los personajes. En especial hubo uno que me dejó enamorada y ese fue Gabriel Lightwood


Leer a Gabriel Lightwood en Princesa Mecánica fue revivir mi experiencia con Draco Malfoy en el Príncipe Mestizo, y ese es uno de mis personajes favoritos de toda la vida. Tengo un punto débil para esos chicos que sólo quieren complacer a sus padres a toda costa, los que no saben quien son, sino una sombra de su papá, aquellos que descubren que no tienen que ser la misma persona que su progenitor y finalmente se dan cuenta que ese padre que admiraban y emulaban no era tan grandioso como lo creían. Hay algo en este tipo de personaje que me enternece el alma y Gabriel Lightwood es uno de mis personajes favoritos creados por Cassie, lo que es mucho decir.


Su hermano Gideon es otro de esos personajes que sólo pueden agradarte, es la cosa más linda que hay, sin ser terriblemente empalagoso, y eso de que hablara español le da mucho más puntos. Todo un caballero, fuerte y que lucha por sus ideales. Los Lightwood de verdad que tenían como una tonta en este libro. Creo que Cassandra realmente logró la perfección con estos personajes.


Tenemos a Charlotte Branwell, y dios como amo a esta mujer. Toda mujer fuerte, tiene mi admiración. Y no me refiero fuerte tipo Katniss Everdeen, sino una mujer fuerte con liderazgo como Charlotte, creo que representa el feminismo de una manera perfecta, en una época donde la mujer sólo sirve para ser esposa. Henry, oh como lo amo, otro de mis personajes favoritos, es tan adorable, con todos sus cachivaches y sus inventos, le tengo esa clase de cariño que sólo le tienes a los niños pequeños y a los animalitos, pero es que Henry es un niño atrapado en el cuerpo de un adulto.


Sophie, esta chica es tan genial, junto con Charlotte representa lo fuerte que una mujer puede llegar a ser, se hace valer por sí misma y se protege, no es ninguna tonta y creo que en esta última entrega, se notó un poco más de ello. Cecily Herondale, es una chica tan sassy, fuerte y determinada que no puedo sino amarla. A pesar de su corta edad y como apenas se está integrando a la novela, es un personaje cargado de personalidad, muy bien marcado y delineado, me sorprendió cuanto me terminó gustando esta chica. Creo que poder femenino basta y sobra en esta novela.


Como de costumbre, los personajes secundarios me encantan, pero ¿qué hay de los principales?


Tessa. Yo no entiendo a Tessa y dudo que alguna vez lo haga. En línea general, me parece una chica genial, pero hay veces que sólo quiero golpearla. Creo que en Príncipe Mecánico ella se dejó definir como persona por los conflictos amorosos, y extrañé a esa Tessa que amaba los libros y de rara personalidad que pude volver a ver en Princesa Mecánica. Aunque hubo un momento en el cual no entendí en absoluto sus acciones, y me desubicada, que a mi parecer, estaba como de más esa escena.


Will, mi Will Herondale. Este es uno de mis personajes literarios favoritos, siempre me ha encantado su complejidad, y el halo de misterio y tragedia que lo persigue. Su humor negro, su sarcasmo, todo en él es el epítome de lo que busco en un personaje. En esta novela se vio ese Will más romantizado que de costumbre, y como la misma Tessa dice en la novela, llegué a extrañar a mi Will, a ese Will del que me enamoré en los libros anteriores y que en ocasiones se me perdía y al rato lo volvía a encontrar. Hay momentos que pienso que Cassandra lo hizo a propósito, y momentos que no fue adrede, así que no estoy segura si eso lo debía sentir.


Y Jem, *suspiro*, Jem. Jem y yo no tenemos la mejor de las relaciones. No me malinterprenten, en Ángel Mecánico me pareció un muy buen personaje, no me enamoró, pero me gustó. Luego vino Príncipe Mecánico y ese gusto que le tenía disminuyó considerablemente. Y ahora con Princesa Mecánica fue un gran nope. Mi problema con Jem es que es demasiado perfecto, no tiene imperfecciones, es el mártir, nunca se queja, nunca se enoja, se las aguanta todas y llegó a sacarme de mis casillas en esta última entrega, es que, chico, es de humano enojarse y molestarse, pero él era superior a eso.


El libro me mantuvo al borde del asiento mientras leía, fue una lectura muy intensa y me dejaba con ganas de más y más, una lectura que te acelera el corazón, que te envicia y de un ritmo súper rápido.


El romance en esta trilogía está muy bien tejido, es uno de los pocos triángulos amorosos que he disfrutado al leer y en Princesa Mecánica se logró sentir muy bien esa frescura que Cassie le impregna a sus libros para que resalten un poco del estereotipo común que se consigue en cualquier novela. No obstante, la manera en que fue tratada el romance principal, (porque el secundario es espectacular), fue un poco demasiado. Había momentos que eran simplemente demasiado. Frases muy forzadas, que se sentían como que la pusieron a los golpes, no había fluidez y me estancaba en esos momentos, que fueron muy pocos, pero sí se hicieron notar. Me hizo falta un poco más de espontaneidad por parte del trío principal.


Yo soy muy tiquismiquis con los finales y suelen disgustarme. Este final no me molestó, no me emocionó ni positiva ni negativamente. No es cosa del epílogo, porque el epílogo como tal no me disgustó, sino el final final, la última escena de la novela fue la que logró que quedara con un gusto amargo en la boca. Puedo entender como a todos les gusta, mi problema es que lo sentí muy forzado, como que Cassandra quería complacer a todo el mundo, y no me gustó eso, me hubiese gustado que se tomase un riesgo. Se sintió muy complaciente, como si fue escrito no para la historia, sino para los lectores..

En línea general es un libro excelente, que disfruté muchísimo y se me hizo muy entretenido, el único pero que le encontraría sería el final.



11 de abril de 2013

Hablando por y para los menores de edad de Venezuela.

Hace un par de meses me encontraba en la misma posición en la que estoy ahora, con el corazón en la boca, nerviosa y ansiosa por los resultados de unas elecciones y estructurando mis pensamientos en frases coherentes para escribir una entrada sobre el 7 de Octubre. Lo hice para desahogarme, para demostrar que los menores de edad tenemos madurez política, para dejar escrito la Venezuela en la que quiero vivir. Las cosas no resultaron como lo esperaba, no esperaba la gran recepción que tuvo la entrada, y tampoco esperaba una victoria del candidato del socialismo.

En este par de meses he cambiado, mis pensamientos políticos han cambiado o mejor dicho, se han transformado. Y no soy la única que he cambiado, toda Venezuela lo ha hecho, para bien o para mal. Consecuencia de los sucesos que estelarizaron estas semanas, donde sientes que estás viviendo lo que saldrá en el libro de Historia de Venezuela de un par de años, pero no la historia de la época dorada donde todo está bien.

Pero si algo no ha cambiado son mis sueños para este país, mis esperanzas puestas en el pueblo venezolano, mis anhelos de un futuro mejor que el presente.

Aún quiero un país donde yo pueda tener una ideología política diferente a la tuya y no tengamos que sentir repulsión el uno por el otro. Aún quiero vivir en una Venezuela donde los niños no tengan que llorar por los resultados de unas elecciones. Aún quiero vivir en un país de gente preparada, donde los profesores son la base de la sociedad, donde la educación es lo primordial. Aún quiero que los empleados públicos no se vean obligados a vestirse con el color de la sangre de las víctimas del hampa. Aún quiero un país que me haga orgullosa.

No sé a donde voy con esto, supongo que en Venezuela hay tanto de que hablar que me ha dejado ya sin palabras.

Quiero hablar por y para los menores de edad, quiero decirles que yo también soy víctima de la impotencia al sentirme políticamente muda, de la rabia al experimentar los sentimientos de estar gritando a todo pulmón tus propuestas y tus ideales, pero que la gente sólo escuche un leve susurro que ignoran. Sé lo que se siente ser menospreciado sólo por la cantidad de años que llevas existiendo.

Quiero decir que nosotros también nos sentamos a leer las noticias, también prendemos la televisión a ver que le ha pasado al país en las horas que no hemos podido estar conectados. Cuando se va la luz, no te piden la cédula para ver que edad tienes, también se nos va a nosotros; porque cuando vamos a comprar el desayuno en el colegio, tenemos que pedir más porque ya no nos alcanza porque subieron los precios. Porque no salimos preparados de un bachillerato porque son más los días que estamos ausentes que los que vamos al colegio, porque la calidad de la educación descendió dramáticamente, las leyes están favoreciendo la ignorancia, el conformismo, en vez de buscar ser la mejor persona que podamos ser.

No nos pidan ser apolíticos, no nos pidan ser apáticos, no nos pidan que cerremos los ojos ante la realidad del país. La inseguridad no te pregunta tu edad, la devaluación no te pide la cédula, el desabastecimiento no te pregunta en qué año naciste, el racionamiento eléctrico no te pregunta tu postura política. ¿Por qué ha de importar si las consecuencias son las mismas para todos?

No nos pidan que nos quedemos de brazos cruzados, dejando que nuestro conformismo actúe como vendaje y nos tape los ojos ante las realidades del país en el que vivimos. No nos pidan que nos callemos, no nos pidan que nos deje de importar la política. No pueden culparnos por estar políticamente interesados, porque vivimos en una sociedad que tiene como trama principal la política. No nos pidan que dejemos nuestro futuros en manos del azar, porque los votantes tienen en su meñique el poder de marcar nuestro destino, no tenemos ese poder, no nos pidan perder interés en que nos deparará a todos.

Cada día lamento que mi generación sólo podrá arreglar los errores que la presente está dejando tras de sí, que no hay gran cosa que podamos hacer porque los pocos preparados que hay tendrán que dedicarse a eso, en vez de llegar a pensar más allá.

Quiero repetir, que aunque nuestro apoyo no vale de nada directamente, no es sólo el futuro de los votantes el que está en juego, también el nuestro.

Quiero decirle a los votantes que votar es más que un derecho, es un deber para con tu país, es tu oportunidad de darnos una voz a los menores, tu oportunidad de decidir cual es la Venezuela que le quieres dejar a las futuras generaciones.

Quiero decirle a los indecisos que no hay espacio para la apatía, para la indiferencia, que sea quien sea la persona por la que vayas a votar, no pienses en tu beneficio personal, seamos un país de ciudadanos, no de individualistas, vota por quien creas que sea mejor.

Quiero decirle a los que no votan por pereza de hacer una cola, que esta es la que tienes que hacer para dejar de hacer fila por cualquier cosa, para erradicar la plaga del desabastecimiento que trae como consecuencia la espera constante para comprar cual sea el producto que necesites, porque de no hacer esta cola, mañana tendrás que hacer otra para poder comer.

Quiero decirle a los que tienen miedo, que ya nos han quitado muchas cosas: la seguridad, la electricidad, la unión del país, no permitas que te quiten las ganas de prosperar. Nadie, y enfatizo, absolutamente nadie le puede quitar ese derecho, Venezuela es el país de todos nosotros y tenemos la capacidad de escoger por nosotros mismo lo que creamos que es mejor.

Quiero decirle a los menores que siempre hay algo que podamos hacer, así sea repartir panfletos en la calle, o gastarnos los mensajes intentando convencer al indeciso, o ser movilizadores. Todos tenemos un poder, depende de nosotros utilizarlos y como lo usemos.

Espero que cada uno de los venezolanos usemos nuestro poder contra la indiferencia, espero que finalmente este sea nuestro tiempo, espero que alguien lea esto y no sólo haya sido pasar sus ojos por un montón de palabras, espero que algún menor haga algo para disminuir su impotencia, espero que un votante deje de menospreciarnos. Espero un cambio, un progreso, una mejoría. Espero que Venezuela escoja bien este domingo.